Desde hace décadas los médicos se esforzaron para llevar el parto de la casa al hospital. Desde hace décadas los médicos se esforzaron para llevar el parto de la casa al hospital. La primera hora de vida de un bebé es sagrada. Esos minutos son un período muy sensible durante el cual el contacto entre la madre y el recién nacido puede tener efectos positivos de largo plazo, mayor seguridad y mejor tolerancia a la angustia de separación, a esto le llaman la "hora sagrada"
Según estudios, al colocar el bebé recién nacido sobre el torso de la madre, el contacto entre ambas pieles ayuda a estabilizar su respiración y oxigenación, manteniendo sus niveles de glucemia, estabilizando la presión arterial, reduciendo las hormonas del estrés, disminuye el llanto, promueve el inicio precoz de la lactancia materna y evita la hipotermia.
Se debe respetar esta "hora sagrada" entregando al bebe a la mamá para que lo apoye sobre su pecho, piel con piel. Esto se puede hacer tanto en partos normales como cesárea y probablemente en un futuro lo podrán hacer los prematuros, cuando no exista ningún riesgo de hipotermia por falta de regulación de la temperatura corporal.
Si el parto no tuvo complicaciones, no es necesario bañarlo, pesarlo, medirlo, tomarle la temperatura durante esos primeros minutos. Los chicos nacen recubiertos con una sustancia grasosa que les protege la piel contra las infecciones y permite que el recién nacido repte lentamente, sin ayuda materna, hasta encontrar el pecho por su cuenta. "Durante el contacto piel con piel -dijo-, el responsable de iniciar la lactancia es el recién nacido; algunos lo logran en 15 minutos y a otros les lleva 90." Los bebes que pasaron por esa experiencia tienen más posibilidades de succionar correctamente desde el primer intento.
Dejemos que las madres vivan esta "hora sagrada" con sus bebes.
Con información de LaNación